El
cinematógrafo nació en plena época industrial. Los hermanos Lumiére, que
llevaban varios años en su invento y habiendo filmado ya más de un centenar de
películas de un minuto, se decidieron a enseñar su invento al pueblo de París.
Lo presentaron con temor, pues nunca tuvieron excesiva confianza en sus
posibilidades artísticas ni menos económicas. Tras muchas negociaciones con
diferentes locales, incluido el Folíes Bergéres, encontraron un sencillo local
decorado al estilo oriental, el Salón Indio del Gran Café del Boulevard de los
Capuchinos. Los Lumiére prefirieron una sala de reducidas dimensiones en razón
de que si era un fracaso, pasaría inadvertido. El día de la representación,
considerado oficialmente como el primer momento de la historia del cine fue el
28 de diciembre de 1895. Tal y cómo pensaron los organizadores, el primer día no
fue especialmente extraordinario, pues acudieron solamente 35 personas. Bien
cierto es que tampoco la publicidad fue excesiva y el cartel realizado a la
rápida no fue muy significativo. Los Lumiére tuvieron la precaución (Gubern,
1989) de pegar en los cristales del Grand Café un cartel anunciador, para
que los transeúntes desocupados pudieran leer lo que significaba aquel invento
bautizado con el impronunciable nombre de Cinématographe Lumiére. La
explicación, impresa en letra cursiva, resulta hoy un tanto pintoresca y
barroca: «Este aparato -decía el texto- inventado por MM. Auguste y Louis
Lumiére, permite recoger, en series de pruebas instantáneas, todos los
movimientos que, durante cierto tiempo, se suceden ante el objetivo, y
reproducir a continuación estos movimientos proyectando, a tamaño natural, sus
imágenes sobre una pantalla y ante una sala entera.». Según Georges Mèliés, que
asistió a aquella función primera pues regentaba un estudio fotográfico en París
y había tomado parte en algunas de las negociaciones para encontrar la sala,
aunque al principio el ambiente era de gran escepticismo, cuando los
espectadores vieron moviéndose los carruajes por las calles de Lyon, quedaron,
cita Gubern, petrificados «boquiabiertos, estupefactos y sorprendidos más allá
de lo que puede expresarse».
Sin embargo el pueblo parisiense, corrida la voz sobre aquel
espectáculo maravilloso y espectacular, ya al segundo día llenó el salón y las
colas recorrían el bulevar. Los diarios de París elogiaron aquel espectáculo
insólito y los hermanos Lumiére tuvieron asegurada, a partir del segundo día,
sus espectadores incondicionales.
Ya en los
primeros momentos se hicieron famosas dos películas que dominaron en su show:
Llegada del tren a la estación (L’arrivé d’un train en gare de la Ciotat,
1895) y El regador regado (L’arroseur arrosé, 1895), el primer film
de humor, de un minuto, de la historia del cine.
George Mèliés
El Cine Mudo: El sonido antes del sonoro.
George Mèliés
Georges
Mèliés se entusiasmó con el invento de los Lumiére, y siendo un hombre de una
gran sensibilidad, capacidad creativa y espíritu empresarial, enseguida le vio
posibilidades al espectáculo. Se la ingenió para adquirir un proyector y comenzó
a rodar inmediatamente. Al poco tiempo, debido a su conocimiento del mundo de la
farándula, había desarrollado su carrera de cineasta, aplicando sus habilidades
al mundo del espectáculo en el Teatro Robert Houdini, de París, que compró para
el efecto y al que dotó de todos los inventos necesarios para realizar
sofisticadas puestas en escena y sorprender a los parisienses con sus decorados,
proyecciones, vestuarios y representaciones.
Realizó
infinidad de películas utilizando ingeniosos, e ingenuos, trucos, alguno de los
cuales todavía es motivo de discusión sobre cómo lo logró. Aplicó fundidos y
encadenados tal y como se hacían en las sesiones de diapositivas. A él se deben
espectáculos filmados llenos de fantasía y de creatividad y rodó ya en 1899 la
primera película de diez minutos, El proceso Dreyfus (L’affaire Dreyfus,
1899), reportaje periodístico sobre dicho acontecimiento. En 1902, filmó
Viaje a la luna (Le voyage dans la lune), un prodigio para la época, en
la que ya utiliza maquetas, filmación a través de un acuario, superposiciones de
imágenes (filmaba sobre fondo negro en doble exposición).
El Cine Mudo: El sonido antes del sonoro.
Anteriormente
al cine sonoro ya existía el sonido en
el cine. Los cineastas y proyectistas se habían preocupado de ello, pues el cine nace con sonido. Rara
vez se exhibían las películas en silencio. Los hermanos Lumiére, en 1897,
contrataron un cuarteto de saxofones
para que acompañase a sus sesiones de cinematógrafo en su local de París.
Músicos y compositores tenían en el negocio del cine mudo una fuente de
ingresos. No sólo la música, también los ruidos, por lo que algunos exhibidores
disponían de máquinas especiales
para producir sonidos, tempestades o trinar de pájaros. Cierto es que este
sistema era solamente posible en grandes salas, en ciudades o lugares de
público generoso, y escasamente podía apreciarse en pueblos. Todos los instrumentos
eran válidos para hacer música en el cinematógrafo aunque el piano (y la pianola) eran normalmente
los más utilizados.
Poco después, se hizo posible ajustar el sonido a la imagen, y por
lo tanto se consiguió hacer sonoro el cine, aunque la sincronización entre
sonido e imagen fue un gran problema para los científicos de la época.
-
Charles Chaplin –
Una de las escenas más emotivas de la historia del cine
El Cine sonoro: una nueva forma de expresión.
Las nuevas técnicas, el
espíritu creativo y emprendedor de los cineastas y la búsqueda del más difícil
todavía, hizo que se impusiera el cine sonoro, acabando, no sin dificultades y
dejando a mucha gente en el camino, con el cine mudo. Cuando el cine sonoro
demostró su rentabilidad, las películas mudas, a pesar de su arte, quedaron
condenadas a pasar a la historia. El cine mudo había durado 35
años.
En 1926 se estrenó en
Nueva York Don Juan, con efectos sonoros y una
partitura sincronizada y posteriormente varios cortos que fueron perfeccionando
los dos sistemas, el Vitaphone (la Warner) y en competencia el Movietone (la
Fox). El 6 de octubre de 1927 se estrenó El cantor de
jazz (The Jazz Singer), considerada la
primera película sonora de la historia del cine, que hizo tambalear todos los
planes del momento del cine mudo. Hacia 1930 el sonoro era un hecho, y el cine
mudo había sido definitivamente vencido.
The Jazz Singer
En el
mundo de los actores se produjo el pánico, ya que temieron, y con razón, que sus
voces no fueran adecuadas a los cambios, y todos fueron obligados a «pruebas de
voz». A pesar de que la mayoría de los actores superaban las pruebas, actores
significativos, aunque no por causa de la voz, quedaron en el camino (John
Gilbert, Buster Keaton...).
«El cine sonoro no era
simplemente el mudo con sonido incorporado, sino una nueva forma de expresión
que tenía que reconciliar lo real (la grabación precisa de palabras y sonidos)
con lo irreal (la imagen bidimensional), mientras que el cine mudo había sido
una unidad armoniosa, completa por sí misma». (Planeta,
1982).
Algunos directores de
fotografía afirman que el cine sufrió un inmenso retroceso al llegar el sonoro,
pues limitó enormemente las posibilidades creativas del mismo. Cierto es que
perdió con celeridad cierta fluidez, creatividad y ritmo, y tal vez sufrió unos
años de retraso el avance imparable en el que se veía inmerso el lenguaje
cinematográfico. Las cámaras hacían mucho ruido, y las filmaciones debían
hacerse en riguroso silencio. Los micrófonos lo captaban todo y al mismo tiempo
no se entendían correctamente las voces de los actores. El operador, encerrado
en una cabina insonorizada no se enteraba de nada que no veía, lo que
ralentizaba el trabajo y hacía perder agilidad a los movimientos narrativos.
Algunos historiadores del
cine dicen, no obstante, que afirmar lo anterior es
magnificar el problema, ya que en muy poco tiempo se montaron las cabinas para
la cámara sobre ruedas y enseguida se blindaron las cámaras insonorizándolas
totalmente, con lo que recuperaron la movilidad anterior. Hacia 1928 se habían
superado la mayoría de los problemas técnicos con los que se inició el cine
sonoro, se inventó la «jirafa», el micrófono que se coloca en lo alto de la
escena y se evitaron así las cámaras insonorizadas, pesadas y aparatosas, que
impedían la movilidad en las escenas.
El color antes del color
Desde sus comienzos el
cine intentó llegar al color. Al principio, ya en 1896, se pintaban a mano,
fotograma a fotograma se coloreaban manualmente, a veces con cuatro
colores distintos. La tarea era ardua por el tamaño reducido de los fotogramas y
porque una película normal, de menos de un minuto empleaba unos 1.000
fotogramas. Ya en 1905 Pathé acopló al proceso de coloreado medios mecánicos,
por un laborioso sistema en el que, a cuatro copias originales, una por cada
color, les hacía recortes, una especie de plantilla
(estarcido) con ayuda de pequeñas
herramientas cortantes, las partes de la imagen que corresponden al color
escogido. Cuando se superpone la plantilla así obtenida sobre la copia a
colorear, sólo aparece la parte que recibirá el color. El color se aplica
simplemente con ayuda de un cepillo sobre la película a colorear, a través de
los orificios de la plantilla. Más
tarde coloreaba por medio de pinceles giratorios las áreas del cliché que antes
se habían recortado. Pintando así podían hacer cuantas
copias quisieran. Este sistema de coloreado se utilizó hasta
1930.
En general se utilizaban
sistemas menos complejos, el entintado, dando
baños de color a secciones del film, reflejando estados de ánimo o situaciones
de luz. Así se pintaba azul si la escena sucedía de noche, amarillo si era de
día o rojo cuando había fuego. Se coloreaba el propio soporte película.
Las partes claras de la imagen ya no aparecen blancas, sino del color escogido.
El virado, otra técnica de coloreado, se realiza en el momento del
revelado de la película, y que afecta a la imagen grabada. En el virado, los
blancos quedan intactos, ya que el color solo se fija en las partes
oscuras.
Los avances más
importantes y definitivos se lograron utilizando los descubrimientos de la
fotografía en color, basados en la teoría de J. C. Maxwell (1871). Mediante la mezcla adecuada de
rojos, azules y verdes se podían reproducir todos los demás colores. Era
necesario superponer fotografías (roja, azul y verde) y proyectarlas
mediante tres lámparas sobre una sola pantalla.
El Technicolor
No obstante, por citar
algunos filmes conocidos, se rodaron en esa época
Robín de los Bosques (The Adventures of Robin Hood, 1938), que costó más de un
millón y medio de dólares, en su mayor parte en escenarios naturales. La
película, extrañamente, no tuvo éxito, lo que hizo temer más a los productores.
Al mismo tiempo, la enorme acogida que estaba obteniendo Blancanieves y los 7 enanitos (1937), de Walt Disney,
aunque se cuenta que se arruinó con ella, animó a Selznick a filmar con grandes
riesgos Lo que el viento se llevó (Gone With the Wind 1939). En 1939 también Victor
Fleming, terminó El Mago de Oz (The Wizard of Oz), muy costosa en su producción y que
tampoco fue ningún éxito comercial debido a los grandes costes del
technicolor.
La
crisis del cine 1950-1960
La
televisión, hecho sociológico de relevancia ya durante la década de 1950, hizo
revisar todos los esquemas que parecían incuestionables de la industria
cinematográfica. Para muchos de los artífices de Hollywood, el pasado resulta
inservible y el futuro se tambalea. El crepúsculo de los dioses (Sunset
Boulevard, 1950), de Billy Wilder, refleja magistralmente la crisis. La
audiencia del cine decayó a niveles nunca sospechados, y muchos técnicos
cinematográficos se pasaron al mundo de la televisión. La industria comenzó a
realizar telefilmes, con el fin de adecuarse económicamente a los cambios y a
vender para la televisión las películas antiguas.
Fue el
momento en el que las grandes productoras comenzaron a investigar las
posibilidades de, no solamente aliarse con la televisión, cosa que hicieron,
sino al mismo tiempo competir por los espectadores de la pequeña pantalla,
todavía en blanco y negro, con medios tecnológicos a los que la televisión no
podía acceder. Surgieron así las grandes pantallas y el relieve. Como resultado
de la magnificencia del tamaño, de la misma manera se llegó a las grandes
superproducciones, a la elevación al firmamento de lo económico de grandes
estrellas, a los guiones sobre temas históricos y bíblicos y al espectáculo de
masas en la pantalla.
Las
superproducciones
El cine hizo en
aquellos años lo imposible para mantener los espectadores en el cine, sacándolos
de la pequeña pantalla con el señuelo mágico de las grandes salas. Crecieron las
pantallas de tamaño con técnicas de diferente espectacularidad: El Cinerama, el
CinemaScope, Vistavisión, sistemas que a la par que seducían por su vistosidad y
tamaño debían impactar por las historias que contaban y la grandiosidad de los
argumentos, de los efectos y de sus modos de expresión.
De esta época son Los
Diez Mandamientos (The ten commandments 1956) de De Mille, La túnica
sagrada (The Robe 1953) de Henry Coster, Espartaco (Spartacus,
1960), de Stanley Kubrick, Ben-Hur (1959) de William Wyler, en la que
se probaron los efectos más espectaculares de la época, y Cleopatra
(1963), de Joseph L. Mankiewicz.
Las dimensiones de las
pantallas, y sobre todo el formato, excesivamente largo para los cánones del
tiempo, permitió filmar escenas espectaculares de masas, pero resultaba ineficaz
para los primeros planos. Por esta razón los guionistas y realizadores debieron
cambiar sus formas de contar historias adaptándose más a la espectacularidad que
a la dinámica del relato.
El mercado del cine lo
coparon las superproducciones de aventuras, las míticas, de la antigüedad
clásica (peplum), o las bíblicas. Podemos recordar películas como ¿Quo
Vadis? (1951), de Mervyn LeRoy, Los caballeros del rey Arturo
(Knights of the Round Table, 1953), Alejandro el Magno
(Alexander the Great, 1956), etc. El final de esta época lo simbolizó el
productor norteamericano, Samuel Bronston, con Rey de reyes (King of
Kings, 1961), El Cid (1961), 55 días en Pekín (55
Days at Peking, 1963), La caída del Imperio Romano (The Fall of
the Roman Empire, 1964) y El fabuloso mundo del circo (Circus
Word, 1964), Rodadas todas ellas en España. La caída del imperio
romano provocó la ruina de su productor y con ella el final de la era de las
grandes superproducciones.
El cine lucha por su supervivencia
Las grandes crisis del
cine y de escasa afluencia de espectadores las salas han hecho siempre
reaccionar a la empresa cinematográfica. El cine de aventuras vertiginosas, la
utilización de efectos especiales cada vez más osados, la paulatina entrada del
ordenador, crearon las bases para un cine diferente que atraía a las salas a
mayor número de espectadores.
En la actualidad se
aplican nuevas formas de hacer cine, en su mayor parte basadas en parámetros y
lenguajes de todos los tiempos, que vienen a dar vida a una industria que decaía
por momentos. Se hablaba de la muerte del cine (Gubern 1995), que sin embargo,
reestructurando métodos de trabajo, mercados y formas de consumo, revive en otro
tipo de salas, en el televisor familiar, o alquiladas en el videoclub, en DVD,
en situaciones diferentes... El cine ha cambiado su estética del cine, sus
estilos de montaje, ha dado vertiginosidad a sus imágenes y ha integrado en su
totalidad las nuevas tecnologías con la posibilidad de recrear cualquier
ambiente y circunstancia de forma digital, incluidos los
actores.
En cuanto a los relatos
ha aumentado la adaptación de personajes del cómic, se han sustituido los
antiguos problemas por otros más ligados a las relaciones personales, actuales,
al medio ambiente y su defensa, como Bailando con
lobos (Dance with wolves, 1990) de Kevin Kostner,
o Nacido el 4 de julio (Born on the Fourth of July, 1989), antibélica y
Caso abierto (JFK, 1991) que revisa el caso del asesinato de Kennedy, ambas de Oliver Stone,
o la biografía del líder sindical Hoffa (Hoffa, 1992) de Danny De Vito, o
las de Spielberg La lista de Schindler (Schindler`s list, 1994), sobre el
holocausto nazi y la antibelicista Salvar al soldado Ryan. (Saving Private Ryan
1998).
Los temas reivindicativos
y críticos están constantemente presentes, Thelma y
Louise (Thelma and Louise, 1991) de Ridley Scott,
sobre la conciencia de la mujer, Reservoir dogs (1992) y Pulp fiction
(1994), de Quentin Tarantino en los que se hace una crítica a la violencia
desde la crueldad sin motivos, o Uno de los nuestros (Good fellas, 1990),
de Scorsese que expresa las pasiones humanas en una de las mejores películas de
gángsteres de los últimos tiempos.
Los efectos especiales
avanzaron cualitativamente con Steven Spielberg en Parque Jurásico (Jurassic
Park, 1993), que dieron pie a una extraordinaria puesta a punto e
investigación sobre el cine de animación digital y trucajes sofisticados para
producciones posteriores, Terminator II (Terminator 2 y Judgment day,
1991), de James Cameron, o la ya mítica El cuervo (The crow, 1994),
de Alex Proyas, en el que para varias de sus secuencias hubo de recrearse
digitalmente al actor principal, fallecido en un accidente de
rodaje.
En cuanto al cine
político y social es de destacar el director británico Ken Loach, Agenda
oculta (Hidden Agenda, 1990), un gran escándalo del gobierno británico,
Riff-Raff (1991), Lloviendo piedras (Raining stones, 1993) y
Ladybird, Ladybird (Ladybird, Ladybird, 1994) problemas sociales y
xenofobia, Tierra y libertad (Land And Freedom, 1995), sobre los
anarquistas en la guerra civil española y Bread And Roses
(2000).
Kenneth Branagh,
irlandés, formado en la escuela shakespeariana, ha dejado hasta el momento en su
filmografía películas de interés sobre teatro de Shakespeare, desde Enrique V
(Henry V, 1989), Mucho ruido y pocas nueces (Much Ado About Nothing, 1993),
Othello (1995) y
Hamlet (1997).
Las grandes
superproducciones vuelven una vez más al cine norteamericano, aunque de la mano
de Bernardo Bertolucci, en la búsqueda de territorios exóticos, recreando la
historia china en El último emperador (The last emperor, 1987), el mundo
norteafricano de los viajeros del siglo XX según la novela de Paul Bowles El
cielo protector (The sheltering sky, 1990) y la adaptación de un niño a las
costumbres orientales de El pequeño Buda (Little Buda,
1994).
En los últimos momentos
del cine coexisten películas sencillas, como las películas italianas, Caro
diario (Caro diario, 1994) en el que Nanni Moretti expone su crisis
existencial y su incipiente proceso canceroso,
El
cartero y Pablo Neruda, (1995), de Michael
Radford, o La vida es bella. (La vita
e bella, 1997), de Roberto Benigni, popular tras
el oscar a la mejor película extranjera y grandes producciones en las que el
énfasis se pone en el gasto multimillonario, las campañas de marketing y los
efectos especiales espectaculares, como Titánic (1997), de James Cameron,
Matrix (1999), de los Hermanos Wachowski, Náufrago (Cast Hawai, 2000), de
Robert Zemeckis, o, Dinosaurio (Dinosaur, 2000) dibujos animados por
ordenador, de la Disney, o El señor de los
anillos (The lord of the rings, 2001) en
tres entregas, de Peter Jackson. Todas ellas son espectaculares y predominan los
efectos elaborados mediante técnicas digitales, todas
ellas llenas de efectos especiales espectaculares, en las que la mayoría de las
veces predominan los recursos elaborados mediante técnicas digitales.
La revolución de la imagen
La
«Performance Capture» es un avance recientes de las técnicas de captura de
imagen por ordenador. Se podría traducir como captura de la interpretación,
cuando la «Motion Capture», el sistema anterior, en el que se basa, era la
captura de algunos movimientos del cuerpo.
Ambas son
técnicas que capturan movimientos de los intérpretes, muy utilizadas en el
terreno de los efectos visuales. Hasta ahora, en la MC el actor se ponía un
traje con sensores que capturaban sus movimientos y los aplican en su modelo
tridimensional generado por ordenador.
Pero ahora
además se ha conseguido capturar la gesticulación facial del actor a través de
150 sensores colocados sobre su rostro, que captan los tics y pequeños detalles
que hacen la interpretación de un actor distinta a la de otro Aunque no registra
el 100% de lo que el actor quiere transmitir, es un gran avance con respecto a
la MC, pues lo que se está capturando es realmente la interpretación de un
actor, los movimientos de sus músculos, sus muecas, todo y en 3D, y no sólo el
movimiento general del cuerpo para servir de base a la animación.
Polar Express, The Polar
Express, realizada en 2004 por Robert Zemeckis, es la primera película
rodada totalmente mediante el sistema «performance capture» , un avance sobre la
«Motion Capture». A partir de ella se han realizado varias: la nominada a los
Oscar a la mejor película de animación Monster House, Beowulf.
El equipo
formado por Robert Zemeckis, Jack Rapke y Steve Starkey ha unido sus fuerzas a
las de los Estudios Walt Disney y se ha creado una nueva productora de películas
basadas en la tecnología «performance capture».
Los actores
tienen ciertas desventajas al actuar, ya que no disponen ni de vestimenta ni de
atrezzo o herramientas que le ayuden en su interpretación. Esta desventaja ya
existía antes de la MC, concretamente cuando se rodaban secuencias de efectos
visuales y el actor debía interpretar delante de una pantalla azul, sin conocer
el escenario o el monstruo contra el que se enfrentaba.
La diferencia
esencial es que, en contraste con una película convencional, en la que al final
del día el director tendría sólo lo que se había rodado de esta manera para sus
copiones, con la «performance capture» tiene la libertad de cambiar de opinión
en cualquier momento, volver al material original y revisar completamente su
punto de vista. Todas las tomas posibles, desde todos los ángulos y
profundidades posibles, continúan existiendo en cada decorado
virtual.
«Pero todas
las expresiones están realizadas por los actores humanos», aclara Zemeckis.
«Nadie anima eso. El ordenador no crea la interpretación, lo hacen los actores.
El ordenador simplemente coge la interpretación y le pone alrededor una piel
cinematográfica».
Esta forma de
hacer cine permite hacer cualquier cosa. El único límite es la imaginación del
realizador, pues se puede crear literalmente cualquier imagen. Con esta técnica
se ha rodado Beowulf, 2008, también por
Zemeckis y Tim Burton prepara durante 2009 su versión de Alicia en el País de las Maravillas y Spielberg y
Jackson una serie de dos películas sobre Tintín.
Making off Avatar: Capture Performance
En este vídeo sobre "Cómo se rodó el film Avatar" (James Cameron) podemos observar como se lleva a cabo la nueva técnica de Capture Performance que ha revolucionado la industria del cine.
Estos son los cimientos del Cine. Conociendo a los hermanos Lumière comenzaremos a valorar y a aprender con el Cine.
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